Valentinus y la Gnosis

El elemento sociológico que constituía nuestro sentido amplísimo [propiedad distintiva de una élite] reviste en el valentinismo una gran importancia. Una gran parte de los historiadores pasa por alto este hecho fundamental, englobando al valentinismo en un aura de «esoterismo» que no se corresponde exactamente con la recta interpretación de los testimonios. Una realidad histórica incontrovertible es que los valentinianos no se separaron jamás de la gran Iglesia. Todos los testimonios hablan de grupos más o menos organizados en el seno de las comunidades del cristianismo episcopal. Un documento tardío como el Testimonium veritatis de Nag Hammadi (IX, 3) se hace eco de disputas entre los sectarios y la jerarquía, cosa que carecería de sentido si los valentinianos se hallasen fuera de la comunidad. El estatuto sociológico de los valentinianos contrasta con el de los marcionitas, que se habían desgajado de los católicos y habían constituido su propia Iglesia.

Este factor elitista era parte esencial de la auto-conciencia de los sectarios. Ireneo de Lyon, el más áspero polemista antignóstico, da indirectamente testimonio de su voluntad de permanecer en el seno de la comunidad. Los valentinianos, pues, consideraban que ellos pertenecían a un grupo amplio en el seno del cual representaban la élite.

En las iglesias los valentinianos podían vivir tranquilamente integrados en la comunidad, y esto fue lo que sucedió con más frecuencia.

El elemento diferenciador de la élite valentiniana en el seno de la comunidad de creyentes era el conocimiento superior. El bautismo y la fe son el primer paso hacia la salvación, pero no el definitivo. Representan únicamente la «generación». La liberación definitiva, la que importa una garantía de acceso a la Plenitud divina, es otorgada por la gnosis, y está significada por el sacramento de la cámara nupcial: es la «regeneración».

El cristianismo es una religión del Libro. En consecuencia, es de esperar una toma de posición muy decidida de los valentinianos en relación con los libros sagrados.

De entrada, los valentinianos distinguen entre la revelación psíquica del demiurgo (el Antiguo Testamento) y la revelación espiritual del Espíritu Santo y de Jesús resucitado, absteniéndose sin embargo, al contrario que los marcionitas, de rechazar en bloque las escrituras judías.

Esta división de las escrituras introduce una diversidad de métodos de interpretación. El Antiguo Testamento se interpreta casi siempre de modo literal, excepto cuando se supone que los textos ocultan una revelación del Espíritu Santo; en este caso, la interpretación es entresacada por medio de la exégesis alegórica. Un procedimiento parecido se utiliza con los Evangelios. En tanto que expresan la predicación del Cristo psíquico, reciben interpretación literal, pero cuando se supone que transmiten una revelación espiritual, reciben una interpretación alegórica. Algunos textos de Juan y de Pablo son considerados puramente espirituales, y entonces no necesitan ya hermenéutica especial alguna.

Existe, por lo tanto, un auténtica tradición secreta, escondida, que abre a los gnósticos el camino del perfecto conocimiento de los misterios divinos.

El valentinismo, nacido en Egipto en el siglo II, se extendió por toda la cuenca mediterránea y está bien representado en los textos de Nag Hammadi. Próximos al valentinismo se hallan los basilidianos, surgidos también en Egipto y no representados en Nag Hammadi.